Con la llegada del otoño cambian las temperaturas, disminuyen las horas de luz y el cuerpo experimenta una adaptación progresiva. Estas transformaciones pueden afectar nuestro estado físico y emocional si no tomamos medidas adecuadas. En esta estación, adoptar hábitos saludables no es solo recomendable, sino casi imprescindible para reforzar el sistema inmunológico, mantener la energía y prevenir enfermedades propias del cambio de estación.
En esta noticia repasamos consejos prácticos para integrar rutinas saludables en otoño, tocando alimentación, ejercicio, descanso y bienestar emocional.
2. Cambios estacionales: retos para la salud en otoño
Menos luz solar y vitamina D
El otoño trae días más cortos y menos exposición solar, lo que puede mermar nuestros niveles de vitamina D, indispensable para el sistema inmunológico, la salud ósea y el estado de ánimo.
Además, la menor luz puede favorecer la aparición de estados de cansancio leve o astenia estacional.
Fluctuaciones de temperatura y riesgo de resfriados
Las variaciones térmicas (frío por la mañana, más templado al mediodía) suelen favorecer los catarros y resfriados. Por eso es esencial ajustar ropa por capas y prestar atención a factores de contaminación del aire en interiores.
Rutinas alteradas tras el verano
Tras meses más flexibles (vacaciones, horarios cambiados), el otoño suele implicar una vuelta a la rutina: más obligaciones, menos tiempo libre, demandas laborales. Eso exige reorganizar horarios, priorizar el descanso y recuperar hábitos saludables.

. Hábitos clave para un otoño saludable
Alimentación de temporada y nutrientes esenciales
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Prioriza frutas y verduras de otoño: calabaza, setas, boniato, granada, manzanas, peras.
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Legumbres y platos de cuchara: lentejas, garbanzos o sopas templadas aportan calor y nutrientes.
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Frutos secos como snack saludable: nueces, almendras aportan grasas buenas, minerales y sensación de saciedad.
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No abusar de procesados ni azúcares simples; preferir cereales integrales y proteínas de calidad. adc.cat+2Shen+2
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Hidratación constante: aunque no tengamos tanta sed con el frío, es necesario beber agua, infusiones o caldos ligeros.
Actividad física adaptada
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Mantener el ejercicio regular: caminar, correr, hacer yoga, gimnasio interior si el clima lo impide.
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Aprovechar la luz solar para moverse al aire libre, incluso 15–20 minutos al día.
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Adaptar la intensidad: en días fríos, realizar calentamientos previos y usar ropa adecuada que permita transpirar sin enfriarse.
Descanso, sueño y regulación mental
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Establecer horarios regulares (hora de dormir y despertar constantes). Limitar pantallas y luz azul en las horas previas al sueño.
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Incluir momentos de relajación: meditación, respiración consciente, pausas durante la jornada para desconectar.
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Prefiere actividades que te nutran emocionalmente (lectura, paseos, hobbies) y reduce el estrés digital.
Fortalecer defensas e higiene básica
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Lavado de manos frecuente y ventilación de espacios cerrados.
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Proteger las vías respiratorias: bufanda ligera, evitar cambios bruscos de temperatura, cuidar garganta.
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Para grupos de riesgo (personas mayores, con patologías), considerar la vacunación antigripal en el otoño.
Cuidado de la piel y adaptaciones al clima
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Usar cremas más nutritivas e hidratantes en rostro y manos, ya que las condiciones secas y calefacciones afectan la barrera cutánea.
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Evitar duchas muy calientes prolongadas, que resecan la piel.
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Mantener ventilados los espacios interiores para evitar aire viciado, polvo y humedad.
. Beneficios esperables al adoptar estos hábitos
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Sistema inmunitario más fuerte, menor incidencia de resfriados y gripes.
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Mejor energía y estado de ánimo, compensando la pérdida de luz.
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Mejor calidad del sueño y recuperación corporal.
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Mejora en la digestión y control del peso, al ajustar alimentación y actividad.
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Mayor bienestar emocional al incorporar pausas y autocuidado.
. Posibles obstáculos y cómo superarlos
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Falta de tiempo: prioriza, planifica tus comidas y ejercicio en la agenda semanal.
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Clima adverso: tener alternativas de ejercicio en interior para los días lluviosos.
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Descuidos en alimentación: llevar snacks saludables (frutos secos, fruta) para evitar opciones rápidas poco nutritivas.
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Pereza o desgana: iniciar con pequeños cambios, mantener constancia y foco en los beneficios.
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Ajustes de sueño por cambio horario: adelantar gradualmente el horario de acostarse unos días antes del cambio.
El otoño puede parecer una estación de transición, pero también representa una oportunidad para reconectar con nosotros mismos y ajustar nuestros hábitos para cuidarnos mejor. Integrar una alimentación de temporada, mantener el ejercicio, asegurar un buen descanso y manejar el estrés permite no solo sortear las adversidades del cambio climático, sino emergir más fuerte, saludable y equilibrado.
Empieza hoy con un hábito y ve integrando los demás: tu cuerpo te lo agradecerá.